lunes, 12 de julio de 2010

CAFÉ, el amansador de caballos

Su nombre es Emiliano Martín y su otro oficio es el de guitarrero. En su casa de Tanti le dicen “Café” porque es el más morocho de los tres hermanos. Su viejo, como él lo llama, tiene ojos verdes y le heredó las espuelas. Por eso anoche en el circuito peñero Emiliano cantaba la milonga “El Brillo de mis espuelas”.



Este guitarrero serrano es uno de los hallazgos de esta edición del Cosquín de Peñas. Le canta a las sierras y a su gente. Y deja bien en claro que cuando habla de tropillas y ranchos “no es que sepa sino que los he visto”
Su simplicidad nos despeja, nos traslada al silencio de las serranías que recorre en su tostado y nos dibuja una sonrisa. Sonrisa del placer de escuchar verdades porque, como él mismo dice, “se canta a lo diario, a la vida y con eso no se puede mentir. Se hace canción porque revienta por algún lado. Para mi es tan necesaria una canción como una silla”, agrega Emiliano quien dice ser más “parejo” como amansador que con las cuerdas de la guitarra.
“No digo nunca que soy músico. A los artistas no los entiendo mucho, son personas que tienen mucho ego.”


El Cosquín de Peñas no es Tala Cañada ni las otras huellas que transita en su caballito para ir a cantar a “los viejos que no tienen luz, ni nada…” Emiliano lo sabe bien porque canta en las sierras pero también lo ha hecho en Europa. España, Francia y Bélgica fueron algunos de los lugares a los que llegó durante un verano hace ya dos años gracias a los ahorros que reunió amansando potros. Estaba cansado de pelearla acá pero aunque pasó de cantor callejero a conseguir algunos lugares para su música, al cabo de cuatro meses volvió a Tanti “porque la plata sirve para pocas cosas”.

“Yo no soy feliz ahí. Acá tengo el corral y el río.”

Redacción:Laura Bié
Fotografía: Marina Sánchez Rial

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